
He escuchado atónita el discurso que pronunciara el presidente estadounidense en la Asamblea General de la ONU, en donde hace un llamado a la comunidad internacional a generar un fondo de ayuda para la transición democrática en Cuba. Este es un paso más que la administración Bush da en un claro atentado contra la autodeterminación de los pueblos de América. No es difícil suponer, por tanto, que para Estados Unidos, la pronta "libertad" de la isla resulte de la ejecución de medidas como las ya aplicadas en Afganistán o Irak, ante un país que no solamente se ha mantenido en rebelión antiimperialista por más de 45 años, sino que ha sido fuente de inspiración de otras corrientes de cambio en Latinoamérica.
Esta intromisión en los asuntos internos de Cuba debe ser rechazada por la comunidad internacional y, sobre todo, por la latinoamericana y caribeña, que se sustenta en el respeto recíproco de cada pueblo al modelo de desarrollo escogido por el otro. El derecho de cada pueblo de decidir su destino no puede ser medrado por aquellas grandes potencias que pretenden dominar al mundo y construir un imperio sin fronteras. Ya Estados Unidos ha dado prueba de su intervencionismo al ejecutar un bloqueo económico criminal desde hace 46 años contra la isla.
Pese a ello, Cuba ha permanecido. El proceso revolucionario cubano pudo ser mejor o peor, pero no cabe duda de que el haber perdurado, el no haber colapsado y el no permitir que se le derrumbara durante años es un hecho que quedará inscrito en la historia. Ahora dice Bush que se necesita de un fondo para financiar a la "valerosa oposición" cubana, cuando no solo Estados Unidos ha sido el promotor y primer financista de los grupos anticastristas, sino que ha dejado en libertad a uno de los terroristas más avezados como Posada Carriles, que perpetuó ataques criminales al servicio de la oposición.
No es posible que en nombre de la libertad se afirme el aislamiento de Cuba mediante el bloqueo o se pretenda interferir en asuntos internos de un país soberano. No hay que escupir al cielo, si el gobierno de Estados Unidos con la fuerza que le da su poderío militar y económico ha puesto los ojos sobre una isla, bien podría hacerlo sobre otros países de la región.
Esta intromisión en los asuntos internos de Cuba debe ser rechazada por la comunidad internacional y, sobre todo, por la latinoamericana y caribeña, que se sustenta en el respeto recíproco de cada pueblo al modelo de desarrollo escogido por el otro. El derecho de cada pueblo de decidir su destino no puede ser medrado por aquellas grandes potencias que pretenden dominar al mundo y construir un imperio sin fronteras. Ya Estados Unidos ha dado prueba de su intervencionismo al ejecutar un bloqueo económico criminal desde hace 46 años contra la isla.
Pese a ello, Cuba ha permanecido. El proceso revolucionario cubano pudo ser mejor o peor, pero no cabe duda de que el haber perdurado, el no haber colapsado y el no permitir que se le derrumbara durante años es un hecho que quedará inscrito en la historia. Ahora dice Bush que se necesita de un fondo para financiar a la "valerosa oposición" cubana, cuando no solo Estados Unidos ha sido el promotor y primer financista de los grupos anticastristas, sino que ha dejado en libertad a uno de los terroristas más avezados como Posada Carriles, que perpetuó ataques criminales al servicio de la oposición.
No es posible que en nombre de la libertad se afirme el aislamiento de Cuba mediante el bloqueo o se pretenda interferir en asuntos internos de un país soberano. No hay que escupir al cielo, si el gobierno de Estados Unidos con la fuerza que le da su poderío militar y económico ha puesto los ojos sobre una isla, bien podría hacerlo sobre otros países de la región.
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