Ir al contenido principal

Entradas

Mostrando entradas de enero, 2007

Los ojos que lloran (29/01/07)

Alguna vez alguien dijo: "No hay que ser ingenuos en política". Y no hay que serlo al preguntarse por qué desde hace varias semanas el señor Alan García promueve en la agenda política y sostiene en las portadas de diarios, temas que antes no eran prioridad. Obstinaciones como la pena de muerte y el menosprecio a la Corte de San José, forman parte de una estrategia calculada que busca distraer al pueblo del grave vacío de gobierno. Hay dos formas diferentes de conducir el país: ofrecer carnaza para la distracción de la multitud –panem et circenses, dirían los romanos–, y el "gobernar obedeciendo", abordando las demandas del pueblo. Lo primero es mucho más fácil, cómodo y barato que lo segundo. Impulsar un cambio con mecanismos de reflexión y participación del pueblo implica perder poder, tener ante sí un cuerpo social dispuesto a controlar y exigir que se cumplan los ofrecimientos de desarrollo. Ese es el estilo de Alan García. Primero fue la pena de muerte. Entiendo

Asamblea Constituyente, un paso necesario (22/01/07)

En la toma de posesión de Daniel Ortega en Nicaragua y de Rafael Correa en Quito, acompañé a Ollanta y comprobé que estas victorias se suman a la corriente de gobiernos progresistas en Latinoamérica, cuyos proyectos políticos reclaman la aspiración de los pueblos por una sociedad más justa y el anhelo de una Latinoamérica unida. La partidocracia tradicional no se da cuenta de cuál ha sido el fundamento del cambio en Bolivia, Brasil, Venezuela y ahora en Nicaragua y en Ecuador, donde estos proyectos han ganado por KO. Las políticas neoliberales que fueron implantadas en las constituciones latinoamericanas y que dieron y protegieron el poder económico a una minoría autoritaria y excluyente, fueron cuestionadas por estos gobiernos que en la mayoría de casos, dieron paso a una Constituyente para promover una nueva y participativa constitución, a pesar de las resistencias de los sectores más conservadores. La Constituyente sirve para dar poder al pueblo y construir una legitimidad real para