Al término de la legislatura cabe enunciar algunas particularidades de este Congreso. Primero, es un Congreso dominado por la suma de las bancadas aprofujimoristas-derechista que han conseguido dar votos de confianza al Ejecutivo como la presidencia de la mesa directiva, los créditos suplementarios y facultades para legislar en materia de Tráfico Ilícito de Drogas, entre otros, cuyos resultados no se perciben.
Segundo, es un Congreso que se constituye en una prolongación del Ejecutivo en términos de prioridad de agenda. Con la mesa directiva en el poder, el gobierno ha podido conseguir que al caballazo se aprueben cuestiones como el protocolo de enmiendas del TLC hecho por EEUU, sin pase por comisiones ni debate responsable, convirtiendo de esta forma la mesa directiva en mesa de partes del Ejecutivo.
Tercero, en general es un Congreso desligado de la agenda social y de las promesas electorales como el impuesto a las sobreganancias mineras. Concentrado como está en debates como la doble cámara, la renunciabilidad del congresista para asumir cargos fuera del país y el levantamiento de la inmunidad parlamentaria, el Congreso se ha mantenido al margen de los conflictos sociales propiciando más bien una agenda "hacia adentro" que sólo interesa al legislador.
Cuarto, es un Congreso que compite en escándalos con el Ejecutivo. Que empieza manchado con escándalos de transfuguismo y que permite que el tránsfuga juramente a los demás, que es conchudo al pretender blindar con la inmunidad parlamentaria a los que contratan asesores fantasmas, que consiente la burla de un primer ministro en su interpelación y que entra en componendas para tratar de copar cargos públicos como el TC. Es un Congreso que alberga una bancada cuyo líder estafó al país y que ahora postula al senado Japonés. Ese es, pues, nuestro Congreso. La esperanza es casi nula en un Parlamento donde una mayoría promueve leyes que benefician a los más ricos, poniendo cabe a la tarea de una oposición joven e inexperta que ojalá nunca olvide que en un país con más del 50% de población en la pobreza no se puede trabajar en otra cosa que en ayudar a que esa situación se revierta.
Segundo, es un Congreso que se constituye en una prolongación del Ejecutivo en términos de prioridad de agenda. Con la mesa directiva en el poder, el gobierno ha podido conseguir que al caballazo se aprueben cuestiones como el protocolo de enmiendas del TLC hecho por EEUU, sin pase por comisiones ni debate responsable, convirtiendo de esta forma la mesa directiva en mesa de partes del Ejecutivo.
Tercero, en general es un Congreso desligado de la agenda social y de las promesas electorales como el impuesto a las sobreganancias mineras. Concentrado como está en debates como la doble cámara, la renunciabilidad del congresista para asumir cargos fuera del país y el levantamiento de la inmunidad parlamentaria, el Congreso se ha mantenido al margen de los conflictos sociales propiciando más bien una agenda "hacia adentro" que sólo interesa al legislador.
Cuarto, es un Congreso que compite en escándalos con el Ejecutivo. Que empieza manchado con escándalos de transfuguismo y que permite que el tránsfuga juramente a los demás, que es conchudo al pretender blindar con la inmunidad parlamentaria a los que contratan asesores fantasmas, que consiente la burla de un primer ministro en su interpelación y que entra en componendas para tratar de copar cargos públicos como el TC. Es un Congreso que alberga una bancada cuyo líder estafó al país y que ahora postula al senado Japonés. Ese es, pues, nuestro Congreso. La esperanza es casi nula en un Parlamento donde una mayoría promueve leyes que benefician a los más ricos, poniendo cabe a la tarea de una oposición joven e inexperta que ojalá nunca olvide que en un país con más del 50% de población en la pobreza no se puede trabajar en otra cosa que en ayudar a que esa situación se revierta.
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