Estuve la semana pasada en las celebraciones por el 28 aniversario de la revolución sandinista en Nicaragua. Un país por demás hermoso pero saqueado por 16 años de gobiernos neoliberales que usufructuaron los recursos del país sin retribución proporcional a los habitantes. El gobierno de Daniel Ortega trata ahora de pagar la deuda social enorme que dejaron estos gobiernos dentro de los cuales por ejemplo, aumentó el analfabetismo de 12% que dejó el primer gobierno sandinista, a 30% en los últimos años. Pero Nicaragua no está solo, como muchos países de la región cuentan con la cooperación del ALBA, una relación de solidaridad entre países hermanos que busca el desarrollo de los pueblos de Latinoamérica. Así ha logrado el apoyo para uno de los programas emblemáticos del gobierno sandinista, el programa "yo sí puedo" que enfrenta directamente el problema del analfabetismo. Pero Nicaragua tiene además otros problemas. Actualmente está atravesando una crisis energética que los obliga a racionar este insumo, producto de la falta de mantenimiento a las plantas durante estos años de explotación. En esta contrariedad la solidaridad bolivariana no se ha hecho esperar y esta ayuda la agradece el poblador común.
Aquí, por el contrario, se sataniza el ALBA. El Ejecutivo la llama injerencia política tratando de ideologizar la cooperación y solidaridad Bolivariana sin reparar en que son peruanos y peruanas los que en buena cuenta reciben los beneficios de esta alternativa, mediante créditos directos, mejora en el precio de los combustibles, en programas sociales, etc; y no dice nada sobre el dinero que circula como cooperación internacional de países como Estados Unidos o los de la Unión Europea. A García no le interesa que el Perú se quede como un paria, mientras el resto de la región se relaciona solidariamente. Para el gobierno hay cooperaciones buenas como las que recibe la señora Nores para el programa Sembrando, y otras malas, como el ALBA. El gobierno viene actuando como "el perro del hortelano" que en este caso no cura, no alfabetiza, ni deja que otros nos ayuden.
Aquí, por el contrario, se sataniza el ALBA. El Ejecutivo la llama injerencia política tratando de ideologizar la cooperación y solidaridad Bolivariana sin reparar en que son peruanos y peruanas los que en buena cuenta reciben los beneficios de esta alternativa, mediante créditos directos, mejora en el precio de los combustibles, en programas sociales, etc; y no dice nada sobre el dinero que circula como cooperación internacional de países como Estados Unidos o los de la Unión Europea. A García no le interesa que el Perú se quede como un paria, mientras el resto de la región se relaciona solidariamente. Para el gobierno hay cooperaciones buenas como las que recibe la señora Nores para el programa Sembrando, y otras malas, como el ALBA. El gobierno viene actuando como "el perro del hortelano" que en este caso no cura, no alfabetiza, ni deja que otros nos ayuden.
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