La reciente visita de Rangel al país ha emocionado a muchos miembros del gobierno que se desvivieron en atenderlo tratando de hacerle ver que las empresas peruanas estaban aptas para competir en el mercado estadounidense. Lamentablemente para los adeptos al TLC Rangel llegó en un período candente en la discusión sobre los derechos laborales, una de las principales objeciones de las enmiendas firmadas al caballazo en el congreso peruano. Así se puso como primer tema de agenda en el Pacto social pretendiendo legitimar las decisiones que se tomen con la anuencia de las diferentes vertientes gremiales, como para que nadie se queje después. El tema de las services no estuvo ausente de este panorama. Se propone ahora mañosamente rebajar el porcentaje de empleados en esta situación dentro de una empresa, en vez de eliminar esta modalidad como se prometió en campaña.
El gobierno está empecinado en que pasen piola las carencias en el tema laboral buscando que los sectores sociales afectados no hagan mucho ruido sobre el tema y tratando de crear un clima de "aquí todo está bien". Es lamentable que el diálogo se imponga como una presión de afuera y no como un acto soberano, pero es así. El gobierno de Estados Unidos tiene una injerencia única en la vida política y económica de nuestro país, para muestra un botón: la enorme cantidad de funcionarios públicos, incluidos el canciller, el primer ministro y los dos vicepresidentes, amén de otras estrellas, en la recepción por el 4 de julio a la que asistí devolviendo una cortesía previa.
Rangel se paseó en Lima como un ídolo con el objetivo de seguir enamorando al Perú. No sólo hemos firmado el TLC que EEUU quiere, sino también las enmiendas y ahora exigen que cambiemos la legislación antes de ratificarlo. ¿Con qué cuento más nos saldrán en adelante? El gobierno de EEUU le ha perdido respeto al peruano porque saben que ellos no negocian, conceden. Esto es presión de la buena, no me hablen ahora como dijo algún ministro de que "de ninguna manera" se aceptarán condiciones cuando desde la primera letra este TLC corresponde a un allanamiento vergonzoso del gobierno peruano.
El gobierno está empecinado en que pasen piola las carencias en el tema laboral buscando que los sectores sociales afectados no hagan mucho ruido sobre el tema y tratando de crear un clima de "aquí todo está bien". Es lamentable que el diálogo se imponga como una presión de afuera y no como un acto soberano, pero es así. El gobierno de Estados Unidos tiene una injerencia única en la vida política y económica de nuestro país, para muestra un botón: la enorme cantidad de funcionarios públicos, incluidos el canciller, el primer ministro y los dos vicepresidentes, amén de otras estrellas, en la recepción por el 4 de julio a la que asistí devolviendo una cortesía previa.
Rangel se paseó en Lima como un ídolo con el objetivo de seguir enamorando al Perú. No sólo hemos firmado el TLC que EEUU quiere, sino también las enmiendas y ahora exigen que cambiemos la legislación antes de ratificarlo. ¿Con qué cuento más nos saldrán en adelante? El gobierno de EEUU le ha perdido respeto al peruano porque saben que ellos no negocian, conceden. Esto es presión de la buena, no me hablen ahora como dijo algún ministro de que "de ninguna manera" se aceptarán condiciones cuando desde la primera letra este TLC corresponde a un allanamiento vergonzoso del gobierno peruano.
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