Estamos a fin de mes y el descontento ante un gobierno incapaz de aplicar políticas que resuelvan los problemas sociales se ha acentuado. La época de efectos mediáticos que trataban de confundir a la población con movidas sagaces como la austeridad, la rimbombante reforma del Estado, etc., ya no aplaca el sinsabor de un pésimo manejo político. Manifestaciones sociales se multiplican por la incoherencia de aplicar un modelo excluyente per se en un país como el nuestro donde más del 60% de los habitantes viven en la pobreza y desde ya excluidos del sistema. Ante esto la oposición de verdad, no la de convivencias, viene asentándose en vistas de organizar a la masa social relegada de un proyecto de nación para apoyarlos en sus reivindicaciones y encauzar sus demandas a través de los canales que admite una democracia.
Las numerosas regiones que se encuentran en Estado de Emergencia hace tiempo que lo están por la desidia de los gobernantes que buscan el beneplácito de las encuestas limeñas. Pero lo que muestran las encuestas, si vemos bien, es que allá adentro el Perú está olvidado y los visos de enfrentar sus apremios como cabe a un gobierno responsable son escasos. Al Ejecutivo le falta empatía, no llega a entender siquiera que los conflictos sociales lo encaran directamente por la incapacidad para asumirlos y resolverlos.
Pero, como maestros de psicosociales, los apristas pretenden patear la pelota a la cancha del costado. El Congreso, institución por lo demás desprestigiada, está envuelto en denuncias dignas de portada de diario chicha, mientras que en el mismo momento se debate a solicitud de un congresista aprista la bicameralidad. ¡Qué casualidad que este tema tan impopular entre en agenda a pedido de un aprista en los momentos más impopulares del congreso! ¿No es esto hecho adrede para mellar más al Legislativo, limpiar al Ejecutivo del déficit político y sentar las bases de un fujimorazo? ¿Quién en su sano juicio va a querer dos cámaras de canchayas y mencholas? Nadie, y los apristas del gobierno lo saben bien. Ya hemos anotado anteriormente la veta autoritaria de García, así que, compatriotas, guerra avisada no mata "congresos".
Las numerosas regiones que se encuentran en Estado de Emergencia hace tiempo que lo están por la desidia de los gobernantes que buscan el beneplácito de las encuestas limeñas. Pero lo que muestran las encuestas, si vemos bien, es que allá adentro el Perú está olvidado y los visos de enfrentar sus apremios como cabe a un gobierno responsable son escasos. Al Ejecutivo le falta empatía, no llega a entender siquiera que los conflictos sociales lo encaran directamente por la incapacidad para asumirlos y resolverlos.
Pero, como maestros de psicosociales, los apristas pretenden patear la pelota a la cancha del costado. El Congreso, institución por lo demás desprestigiada, está envuelto en denuncias dignas de portada de diario chicha, mientras que en el mismo momento se debate a solicitud de un congresista aprista la bicameralidad. ¡Qué casualidad que este tema tan impopular entre en agenda a pedido de un aprista en los momentos más impopulares del congreso! ¿No es esto hecho adrede para mellar más al Legislativo, limpiar al Ejecutivo del déficit político y sentar las bases de un fujimorazo? ¿Quién en su sano juicio va a querer dos cámaras de canchayas y mencholas? Nadie, y los apristas del gobierno lo saben bien. Ya hemos anotado anteriormente la veta autoritaria de García, así que, compatriotas, guerra avisada no mata "congresos".
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