Hace varios meses se viene alertando en los medios de comunicación sobre las mafias que operan en la ruta de la tala ilegal de madera. Aquellas cuyas componendas con funcionarios del Inrena logran comercializar madera extraída indebidamente en nuestra Amazonía. Los grandes traficantes han invadido incluso reservas naturales y tierras reservadas para comunidades nativas a fin de extraer y comercializar con documentación fraguada la codiciada caoba, afectando los terrenos para cultivos posteriores.
Nuestro territorio está siendo deforestado con la anuencia de las concesiones que Inrena ha implementado. La rentabilidad, similar a la del narcotráfico, en promedio 170 veces más del costo de extracción de la madera, es muchas veces compartida, como lo han señalado los medios de comunicación, con funcionarios corruptos dentro de la institución que se supone deben controlar la tala y preservar nuestras reservas naturales. Revisar las concesiones forestales prohibiendo la tala ilegal ayudará a regular la explotación de nuestros bosques, pero si Inrena sigue durmiendo con el enemigo, nuestro principal recurso –la biodiversidad– sufrirá grandes embates con consecuencias que se sentirán en el mundo.
Los Demócratas estadounidenses han llamado la atención sobre este tema al acordar con sus pares republicanos el nuevo enfoque que tendrá las ratificaciones de los TLCs pendientes, incluyendo el peruano. No es que el TLC se vaya a firmar inmediatamente o que tenga carta libre, como pretenden hacer creer el gobierno y muchos medios de comunicación. No. La verdad de la milanesa es que la posición demócrata se ha impuesto quitándole el piso al ejecutivo estadounidense y, por lo tanto, al peruano que ahora se siente conminado a resolver los problemas de la tala ilegal, amén de las enmiendas en materia laboral. Lo curioso de esta situación es que no somos nosotros los peruanos ni la voluntad política de nuestros gobernantes, sino la presión por la ratificación del TLC la que ha hecho que miremos con mayor interés el problema de la tala ilegal y la reforestación en nuestro país. Una imposición más, ahora paradójicamente de interés nacional.
Nuestro territorio está siendo deforestado con la anuencia de las concesiones que Inrena ha implementado. La rentabilidad, similar a la del narcotráfico, en promedio 170 veces más del costo de extracción de la madera, es muchas veces compartida, como lo han señalado los medios de comunicación, con funcionarios corruptos dentro de la institución que se supone deben controlar la tala y preservar nuestras reservas naturales. Revisar las concesiones forestales prohibiendo la tala ilegal ayudará a regular la explotación de nuestros bosques, pero si Inrena sigue durmiendo con el enemigo, nuestro principal recurso –la biodiversidad– sufrirá grandes embates con consecuencias que se sentirán en el mundo.
Los Demócratas estadounidenses han llamado la atención sobre este tema al acordar con sus pares republicanos el nuevo enfoque que tendrá las ratificaciones de los TLCs pendientes, incluyendo el peruano. No es que el TLC se vaya a firmar inmediatamente o que tenga carta libre, como pretenden hacer creer el gobierno y muchos medios de comunicación. No. La verdad de la milanesa es que la posición demócrata se ha impuesto quitándole el piso al ejecutivo estadounidense y, por lo tanto, al peruano que ahora se siente conminado a resolver los problemas de la tala ilegal, amén de las enmiendas en materia laboral. Lo curioso de esta situación es que no somos nosotros los peruanos ni la voluntad política de nuestros gobernantes, sino la presión por la ratificación del TLC la que ha hecho que miremos con mayor interés el problema de la tala ilegal y la reforestación en nuestro país. Una imposición más, ahora paradójicamente de interés nacional.
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