Para nadie es un misterio el denominador constante que ha hecho de ciertos territorios países en desarrollo. Las tecnologías y su aplicación para generar valor agregado han constituido un factor determinante en la diferenciación entre los países que partiendo de una base de crecimiento parecida, se disparan hasta convertirse en países desarrollados.
Si queremos dejar el letargo al que nos han empujado numerosos gobiernos, deberíamos mirar al mundo de otra forma y no confinarnos a ser el almacén mundial de recursos naturales que otros explotan. Nos falta una revolución industrial pero esto solo es posible si la voluntad política está presente. Lamentablemente, el gobierno ha descartado ese camino del desarrollo, la industrialización nacional y la tecnificación han sido reemplazadas en la visión del Sr. García por la venta de nuestros valiosos recursos para la explotación externa.
En ese contexto, se ha aprobado en el Comité de Medios y Arbitrios estadounidense el texto del TLC con el Perú. Un TLC que deja descolocado a un amplio sector productivo nacional impulsando la invasión de productos subsidiados hacia el Perú, cuestión que ha comenzado ya con la baja de aranceles que el gobierno ha decretado.
El mantenernos como productores de materia prima y el proteger la inversión extranjera por encima de la legislación peruana es un claro alineamiento del Perú hacia el capitalismo estadounidense que nos aleja de un futuro propio hacia el desarrollo y de la relación con los países de nuestra región.
Este TLC protege a los inversionistas extranjeros de las alteraciones en la legislación peruana en temas como la protección del medio ambiente, derechos laborales y tributación. Los protege además, de la acción de los tribunales peruanos permitiéndoles recurrir a tribunales internacionales para reclamar. Es decir, Alan García ha puesto este TLC por encima de la Constitución salvaguardando de esta manera a las transnacionales y afectando nuestra producción y competencia nacional.
Si pese a todos los esfuerzos nacionalistas, tal acuerdo comercial se aprueba es hora de que vayamos pensando en una demanda de inconstitucionalidad y denunciarlo oportunamente.
Si queremos dejar el letargo al que nos han empujado numerosos gobiernos, deberíamos mirar al mundo de otra forma y no confinarnos a ser el almacén mundial de recursos naturales que otros explotan. Nos falta una revolución industrial pero esto solo es posible si la voluntad política está presente. Lamentablemente, el gobierno ha descartado ese camino del desarrollo, la industrialización nacional y la tecnificación han sido reemplazadas en la visión del Sr. García por la venta de nuestros valiosos recursos para la explotación externa.
En ese contexto, se ha aprobado en el Comité de Medios y Arbitrios estadounidense el texto del TLC con el Perú. Un TLC que deja descolocado a un amplio sector productivo nacional impulsando la invasión de productos subsidiados hacia el Perú, cuestión que ha comenzado ya con la baja de aranceles que el gobierno ha decretado.
El mantenernos como productores de materia prima y el proteger la inversión extranjera por encima de la legislación peruana es un claro alineamiento del Perú hacia el capitalismo estadounidense que nos aleja de un futuro propio hacia el desarrollo y de la relación con los países de nuestra región.
Este TLC protege a los inversionistas extranjeros de las alteraciones en la legislación peruana en temas como la protección del medio ambiente, derechos laborales y tributación. Los protege además, de la acción de los tribunales peruanos permitiéndoles recurrir a tribunales internacionales para reclamar. Es decir, Alan García ha puesto este TLC por encima de la Constitución salvaguardando de esta manera a las transnacionales y afectando nuestra producción y competencia nacional.
Si pese a todos los esfuerzos nacionalistas, tal acuerdo comercial se aprueba es hora de que vayamos pensando en una demanda de inconstitucionalidad y denunciarlo oportunamente.
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