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Los ojos que lloran (29/01/07)

Alguna vez alguien dijo: "No hay que ser ingenuos en política". Y no hay que serlo al preguntarse por qué desde hace varias semanas el señor Alan García promueve en la agenda política y sostiene en las portadas de diarios, temas que antes no eran prioridad. Obstinaciones como la pena de muerte y el menosprecio a la Corte de San José, forman parte de una estrategia calculada que busca distraer al pueblo del grave vacío de gobierno. Hay dos formas diferentes de conducir el país: ofrecer carnaza para la distracción de la multitud –panem et circenses, dirían los romanos–, y el "gobernar obedeciendo", abordando las demandas del pueblo.

Lo primero es mucho más fácil, cómodo y barato que lo segundo. Impulsar un cambio con mecanismos de reflexión y participación del pueblo implica perder poder, tener ante sí un cuerpo social dispuesto a controlar y exigir que se cumplan los ofrecimientos de desarrollo.
Ese es el estilo de Alan García. Primero fue la pena de muerte. Entiendo que un pueblo que vive en las condiciones del Perú, con actitudes inhumanas a la orden del día, se preste a evocar esos instintos primitivos, pero, el fundamento del avance de la humanidad es que la razón supere al instinto.

Se debe entender que la introducción del "problema" de la pena de muerte solo sirve para ocultar la incapacidad de García de resolver los grandes temas como: mejorar la educación y la salud, eliminar la corrupción, mejorar las condiciones de trabajo, etc. O, para "salvar el pellejo", apartándose de las instancias internacionales cuando se aproximan fallos que lo vinculan.
Las mismas motivaciones son aplicables a la negativa de afrontar el fallo de la Corte de San José. En vez de respetar las cortes supranacionales que salvaron de las manos de Odría al fundador del APRA, Haya de la Torre, García no acepta la responsabilidad del Estado y se dedica a sembrar el odio entre compatriotas, faltando el respeto a la memoria de TODAS las víctimas del conflicto armado.

No existe un solo Ojo que llora, sino muchos: los de millones de peruanos que recuerdan los desastres pasados y están dispuestos a que no se repitan en el futuro. El objetivo es la reconciliación y el desarrollo del país. Los globos de ensayo sirven solo para encubrir la ineficacia, la falta de compromiso con el pueblo o para promover la impunidad en las acciones de los gobiernos. A estas alturas, García debería tener cuidado con los globos que se hinchan y que después explotan. Estos le podrían estallar en la cara y quizás su ojo también se ponga a llorar.

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