Alguna vez alguien dijo: "No hay que ser ingenuos en política". Y no hay que serlo al preguntarse por qué desde hace varias semanas el señor Alan García promueve en la agenda política y sostiene en las portadas de diarios, temas que antes no eran prioridad. Obstinaciones como la pena de muerte y el menosprecio a la Corte de San José, forman parte de una estrategia calculada que busca distraer al pueblo del grave vacío de gobierno. Hay dos formas diferentes de conducir el país: ofrecer carnaza para la distracción de la multitud –panem et circenses, dirían los romanos–, y el "gobernar obedeciendo", abordando las demandas del pueblo. Lo primero es mucho más fácil, cómodo y barato que lo segundo. Impulsar un cambio con mecanismos de reflexión y participación del pueblo implica perder poder, tener ante sí un cuerpo social dispuesto a controlar y exigir que se cumplan los ofrecimientos de desarrollo. Ese es el estilo de Alan García. Primero fue la pena de muerte. Entiendo...
Articulos publicados en el Diario La República de Lima - Perú